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Histrión
En un principio te ves tranquilo,
rebosante de haraganería,
hasta que llega un ave de mal agüero
y se posa sobre tu cabeza.
Para entonces
comienzas a renegar de tu destino.
El resto de la historia es irrelevante,
suenan fanfarrias que anuncian
el comienzo de tu única gran lucha.
De inicio arremetes
y te apuntalas tímidamente
hacia la guerra impostergable.
Tropiezas, sangras
y entonces viene un llanto profuso.
Te levantas con el orgullo herido,
el público te aclama por dicho gesto
y finalmente das lo mejor de ti,
que nunca es poco,
pero jamás será suficiente,
aquí reside la coyuntura
de tu representación.
La guerra termina
y suena el tema final.
El drama se va haciendo viejo,
anoche apenas un manojo de aplausos.
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