Escalera eléctrica al cielo
Puedo decirte que cada mañana despierto para hacer el día, me lavo la cara me calzo los zapatos y me voy al trabajo. Se podría decir que en el tren dormito un poco y de último minuto despierto para no perder mi estación. Ya frente a mi escritorio tecleo en la computadora y a veces cabeceo, entonces al oír la voz de mi supervisor podría decirte que levanto el rostro y me despierto. pero en realidad, todo el tiempo sigo soñando, realizando los sueños de alguien más y lo que es peor, también tú lo haces.
Pareciera que nos empeñamos en vivir la vida de alguien más. como si secretamente tú y yo creyéramos en alguien que vive eternamente dormido y que a través de nosotros, completa todos sus sueños y agota todas las posibilidades.
Es cierto que a veces despierto sin desear absolutamente nada, a lo que la gente en mi entorno responde negativamente. Incluso mi sistema endocrino parece indispuesto para tales situaciones,
Y es que existe toda una propaganda comercial, ideológica y alimentaria que te exige seguir soñando y trabajar por ello. Me da la impresión de que nuestra dieta a base de azúcar y cárnicos nos lanza como maníacos al mundo para producir y consumir hasta el final del día, hasta el final de nuestras vidas.
Pero a veces me despierto realmente y sucede que no sueño con nada, y entonces me siento como una mala yerba, como hiedra reventando los muros. Son esos días de resaca moral y física en los que irrumpo en la mañana alertado por el ladrido de un perro que entre la niebla matinal se pierde en ecos.
Los perros siempre tratan de decirte algo, mira aquel que te ladra detrás de la valla, o el que te llama encerrado en un coche del estacionamiento o ese otro que con las fauces babosas apenas consigue contener el chico neo nazi:
¡Despierta!
¡Despierta!
¡Despierta!
Acaso una sola mordida lograría más que sus miles de ladridos
Sueños de amor, de poder, de sexo, de éxito, de dinero.
Sueños de casas con jardín, piscina y cochera
de coches alemanes
de vacaciones italianas
de culos firmes y cabezas maleables
sueños de créditos hipotecarios
de premios de lotería
de pensión garantizada
de cupones de descuento y membresías
Sueños de hijos como cohetes tele dirigidos
Sueños de esposos dóciles y abnegados
De mascotas con pedigree y familia con alcurnia
De amigos con dentadura blanqueada
y disponibles los fines de semana
¿Quién de los dos ha pedido todo esto?
¿Has sido tu a mis espaldas?
¡Estamos endeudados hasta el cuello tan solo por soñar!
Tú y yo dormitamos y juntos vemos cómo se nos escapan esos sueños como golondrinas al final del verano
No sé tú, pero yo lo único que tengo es este magneto que atrae ancianos furibundos, a comparsas psicóticos y a borrachos resignados.
No sé que quieren de mí, se me acercan con su cara compungida apretando el puño, renegando de los inmigrantes y lamentándose por su miserable pensión. La única vez que he visto a un anciano sonreírme ha sido la vez en que una viejita intentaba robarme mi bolsa, la cual había dejado en el carrito del supermercado. Al sorprenderla me sonrió y delicadamente soltó el carrito para marcharse como si nada.
Y luego los borrachos.
Mira a los borrachos. Los viernes y sábados por la noche son para mí tan sociales. Éstos se me acercan al salir de un bar o en la parada de autobús, me muestran sus heridas abiertas, las mejillas rojas y las manos callosas. A veces quieren unas monedas, a veces un cigarro, a veces un poco de calor humano, a veces lo quieren todo a la vez. Yo sin embargo, no tengo nada para ellos. La última vez fue una prostituta veterana, parecía haber provocado la furia de alguien porque tenía aspecto de haber sido revolcada como un gato de callejón; Las medias rotas, la cara amoratada y el tabique ensangrentado:
-Hey, tienes un cigarro?
-No fumo
-Cabrón mentiroso. ¿No eres polaco verdad? ¡Hey, no huyas...!
***
Sigamos soñando. Viendo parcialmente al mundo. La fealdad no existe, tampoco el olor a mierda.
Al salir del metro a las horas pico, una gran masa de gente se acumula al subir por las escaleras eléctricas. Ya en la superficie hay que cuidar de no pisar a algún pobre diablo que yace en el piso adormilado y mendigando por unos centavos. Parece que esas escaleras llevaran realmente al cielo, todos se apretujan y se abren paso a codazos, como si quisieran ser los primeros en ver el rostro de Dios; al final de las escaleras eléctricas. Yo miro a los mendigos y pienso que ellos fueron los primeros en llegar y no encontraron nada. Pero nadie más los mira, y todos pretenden que la fealdad no existe, tampoco el olor a mierda.
Todos detestamos la mentira pero adoramos mentirnos a nosotros mismos. La diferencia entre ambas posturas radica en que nuestras mentiras son las más hermosas. Son de color turquesa, con fragancia de lavanda, con textura de seda.
El amor es nuestra más elevada mentira. Cuando me mientas, da lo mejor de ti, hazlo con un buen perfume.
No sé qué pienses realmente acerca del destino pero ahora estamos juntos en esto. Los sueños se nos escapan como golondrinas, como globos de helio y nosotros vamos tropezando todo el tiempo. Yo sigo atrayendo ancianos furibundos, borrachos derrotados y a gente como tú. Yo sé que también tienes un magneto dentro de ti, dime qué es lo que atraes, dime qué has pescado últimamente.
Comentarios