E-bow the letter

Sabíamos que no habría una próxima vez.
Sin embargo, nos hemos conducido hasta el final con mesura, sin la conmoción usual en semejantes ocasiones. Dejamos nuestro porvenir común al azar, si es que se puede hablar de un porvenir entre dos sujetos que apenas se han visto, que apenas se conocen. Posiblemente lo unico que justificaba dichos pensamientos era el entusiasmo con que habíamos comenzado a frecuentarnos.

Parecía que todo estaba dicho, así que procedimos a la etapa de las miradas tangentes. Yo observaba los patrones de su alfombra mientras ella de brazos cruzados inspeccionaba la propagación del moho en el techo de su cocina; y su gata hipnotizada con la lenta cristalización del hielo sobre la ventana.

Nuestro reflejo en un cristal mostraba cómo permanecíamos congelados en una estupida sonrisa fingida, de esas en las que los ojos no se guiñan. Sus manos cruzadas parecían querer liberarse y hacer el ademán de echarme por el pasillo hasta la puerta.

Nos mentimos por última vez, por protegernos mutuamente del descarnado zarpazo de la despedida, ella prometió llamar y yo prometí que esperaría. Lentamente me calcé los zapatos, me puse la bufanda, la canadiense y finalmente la boina. Al final de este largo proceso parecía como si hubiera terminado de anochecer.

-¿Puedo saber cuál es tu banda favorita? -me animé a preguntar de súbito, como si esta vez quisiera retener algo para recordar. La pregunta no le extrañó del todo, dado que la música era un tema recurrente.
-R.E.M.



Ya todo estaba dicho. De tratarse de una escena novelesca quizás hubiera sido el momento adecuado en el cual uno persigue al otro hasta el ascensor diciendo las palabras adecuadas. Pero esta no es una historia de amor, es solo un dia más en la vida de un profesor de español.

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